Pero en 1941, cuando estaba por acontecer la Invasión de Yugoslavia, Milano todavía no había recibido el fuego crudo de los bombardeos aéreos; estos comenzarían con mayor fuerza al año siguiente. Mientras todavía se vivía con una relativa calma en Milano, mi nonno comenzaba a ser movilizado de Nettunia para acercarse a la frontera nororiental de Italia, específicamente hacía la provincia fronteriza de Gorizia (actualmente limita con Eslovenia). El Reino de Yugoslavia se hallaba en una situación muy frágil: al estallar el conflicto mundial, se declaró neutral. En un principio, esta situación le era favorable: por un lado, Alemania era un importante socio comercial, y por otro, nadie imaginaba lo rápido que escalaría el conflicto. En 1940, las naciones vecinas de Rumania y Hungría caían en la esfera del Eje y se adherían al Pacto Tripartito (la alianza entre Alemania, Japón e Italia).
Paralelamente, las fuerzas del Duce eran repelidas en la fallida invasión a Grecia, por lo que pidieron apoyo al Reich. En este contexto, la neutralidad Yugoslava tambaleaba: era insostenible, por lo que terminaron adhiriendo al Pacto Tripartito el 25 de marzo de 1941. Inmediatamente se sucedió un golpe de estado que desconocía la adhesión yugoslava a las potencias del Eje. Hitler, enfurecido, ordenó la invasión al Reino de Yugoslavia. La Luftwaffe se encargó de bombardear Belgrado, la capital, para desorganizar a las fuerzas militares, mientras los Panzer y la Werhmatch avanzaban sobre el país.
Italia participó de esta campaña, de manera secundaria: la realidad es que la fuerza brutal de la Blitzkrieg alemana dejó el camino lo suficientemente libre. De todas formas, el 2do Ejército Italiano fue movilizado a través de la frontera de Gorizia, siendo su objetivo tomar la ciudad costera de Ragusa (actual Dubrovnik) para así proteger la costa ante posibles invasiones navales británicas.
Mi nonno atravesó la frontera por Gorizia el 11 de abril, y de allí avanzó hacía Prezid, que se halla a unos 100 kilómetros de allí, y según las fotos, parece haber llegado entre el 20 y 24 de abril. La oposición yugoslava al avance italiano fue mínima debido a que se hallaban en retirada por el avance de los nazis: a medida que mi nonno avanzaba con su división, se encontraban con bunkers y fortificaciones abandonadas.
De allí, el avance continuó hasta la ciudad costera de Trogir, o Traú, como la llamaban los italianos. Trogir es una ciudad milenaria, que data de los tiempos de la supremacía griega sobre los balcanes, pasando luego a ser dominada por el Imperio Romano, conquistada luego por los Sarracenos y posteriormente por la República de Venecia y finalmente, dominada por el imperio Astrohúngaro. Tras la Primera Guerra Mundial se sumó al Reino de Yugoslavia.
Cesar llegó a la ciudad alrededor del 20 de mayo y su división estuvo estacionada allí durante un largo rato, sin mucho para hacer, según lo que puedo dilucidar de las fotos de aquellos meses. Se lo ve junto a sus compañeros en las hermosas playas del Mar Adriático, disfrutando del sol, la arena y, por supuesto, las competencias de natación. Sobran las fotos de aquellas épocas de mi nonno en la playa, acantilados ,piletas o canchas de fútbol, junto con otros compañeros, e incluso rodeados de oficiales militares italianos.
A principios de febrero de 1943 se trasladó a su destino definitivo, la ciudad de Ragusa, actual Dubrovnik, a unos 230 kilómetros, también sobre la linea costera. Esta vez no se movilizó a pie, sino que se embarcó en el destructor clase Sella “Crespi”. Este destructor italiano participó de las operaciones de la Batalla de Creta, llevando las tropas que desembarcaron en la ciudad de Sitia. Luego del armisticio italiano, el Crespi fue capturado por los nazis y posteriormente hundido el 8 de marzo de 1944 en un ataque aéreo mientras se hallaba en el Mar Egeo.
De febrero a septiembre, mi nonno permaneció en Ragusa, donde se hallaba la sede del Comando del Estado Mayor, a cargo del General Giuseppe Amico. Los días pasaban tranquilos, al igual que en Traú, y mi nonno se la pasaba girando por la ciudad, nadando en el mar o en la pileta y, por supuesto, sacándose fotos. En relación a esto, siempre me pregunté quién le sacaba todas esas fotos. ¿Tenía cámara propia?¿Había algún amigo fotógrafo? ¿Tenían un fotógrafo “oficial”? No puedo corroborar eso, pero lo que si descubrí es que las fotos eran enviadas a Italia. Noté que muchas de ellas estaban mecanografiadas o escritas en el dorso, y que evidentemente eran enviadas como correspondencia. Estas eran enviadas a través de trenes, que partían de distintos puntos de Yugoslavia; también había barcos de transporte de suministros que cruzaban el Adriático todos los días. Pero la forma más utilizada era la vía aérea, que partía de Ragusa, Sibenik y Zara. Seguramente las postales iban acompañadas de cartas, que por supuesto o bien quedaron en Italia, o se perdieron en las arenas del tiempo.
Los meses se fueron sucediendo uno tras otro, el verano se fue alejando, las mallas y calzones comenzaron a ser menos frecuentes: se acercaba el otoño de 1943 y con él, un nuevo calvario para los soldados italianos. Harto de los fracasos militares, preocupado por los bombardeos a Roma, de la inminente llegada de los aliados al territorio italiano y del descontento de la población respecto a la guerra, el rey Victor decide conspirar para sacar a Mussolini del gobierno. El 24 de julio el Gran Consejo Fascista destituyó al Duce de su cargo; este se reúne con el rey Victor, quien le comunica también su destitución. Luego de esta reunión, Mussolini es apresado y llevado prisionero a la región del Gran Sasso. Mientras, comenzaban los diálogos para firmar el armisticio, que culminaron el 3 de setiembre, en el mayor de los hermetismos. El mismo fue anunciado públicamente el 8 de setiembre, aunque la Werhmatch ya había interceptado los términos de la rendición enviados a los aliados y hacía semanas se hallaba buscando el paradero de Mussolini. Hitler, entonces, comenzó la operación para liberar a Mussolini, la cual fue llevada a cabo el 12 de setiembre por la Luftwaffe y los Fallschirmjäger, los paracaidistas de élite de la Werhmatch. Al liberar a Mussolini, este se reencontró con Hitler en Alemania, manteniendo su fidelidad al Eje. Il Duce organizó la República Social Italiana en el norte de Italia, desde donde siguió liderando a las facciones fascistas italianas.
Paralelamente, el nonno estaba en Ragusa y el Comando se enteró del armisticio el 8 de setiembre, cuando la noticia fue hecha pública. Por supuesto, todo fue festejo durante un principio: muchos soldados venían de estar varios años recluidos en Albania, otros en Grecia; mi nonno era quizás del grupo más reciente, pero aun así, todos querían volver a casa. A nadie le interesaba esa guerra absurda. Pero esa alegría duraría poco, porque los alemanes comenzaron rápidamente a atacar a las unidades italianas que encontraban.
El 10 de setiembre […] el cuartel general del Ejército de Liberación de Croacia había ordenado a los comandos partisanos entrar en contacto con los comandantes italianos para pedir unirse a ellos en la lucha contra los alemanes.[…] (Pascale,2018:63). Cesar fue parte de aquellos italianos que desertaron de sus unidades y se unieron a la resistencia de los partisanos. Muchos otros italianos siguieron combatiendo junto con sus unidades, mientras que algunos permanecieron en el bando nazi. Para el 12 de setiembre, al mismo tiempo que Mussolini era liberado, las unidades italianas estacionadas en Ragusa comenzaban una heroica resistencia: la Werhmatch tenía como objetivo desarmar los regimientos italianos y llevar preso a todo aquel que se resista. 28 mil soldados italianos son apresados. Cesar estuvo combatiendo junto con los partisanos, atacando, saboteando y llevando a cabo la guerra de guerrilla hasta que finalmente también fue capturado. A todos los prisioneros se les ofrecía lo mismo: o seguían combatiendo del lado del Eje, o eran trasladados a los campos de trabajo en Alemania. La gran mayoría eligió esto último.
A partir de aquí empezó otro calvario para mi nonno. Actualmente estoy enviando mails a distintas instituciones europeas que tienen información sobre los campos de trabajo y prisioneros de guerra durante la Alemania Nazi. Agradezco por mil a mi amigo Gonzalo Sosa, que me está ayudando a enviar mails en italiano e inglés.
De este periodo de la guerra, es donde menos información tengo y donde, por supuesto, casi no hay fotos. Solo me quedan vagos recuerdos de lo que mi nonno me contó, además de lo poco que dejó escrito, que es sumamente escueto e impreciso. Me encuentro tratando de averiguar el lugar preciso dónde estuvo detenido, ya que solo se que trabajó en una fábrica de goma sintética. Gracias al libro que cite más arriba, pude determinar el viaje que hicieron los prisioneros de Ragusa, pero me falta saber a dónde lo destinaron a él.
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